martes, 2 de octubre de 2012

Indignados con paso firme



Lo que comenzó como una marcha pacífica  de indignados que pretendían rodear el Congreso de los Diputados, acabó convirtiéndose en una auténtica batalla entre policías y manifestantes
La marcha 'Rodea el Congreso. Rescata la Democracia' avanzaba con decisión desde Plaza de España, presidida por una gran pancarta: ‘Que se vayan todos’. En su seno ondeaban varias banderas de la república junto a algunas pancartas con lemas como: ‘NO’, ‘Basta ya’, ‘Rescatar la democracia’ o ‘La constitución a muerto’, etc. Junto a jóvenes con rastras y dilataciones en las orejas se ven a familias con sus hijos y mayores, todos con la misma cara de indignación, caminando juntos e iluminados por cientos de flashes. 
Al llegar al edificio del PSOE, en Gran Vía, los gritos se intensificaron. La gente levantó la cabeza hacia arriba: alguien ha sacado una bandera de España por una de las ventanas y la agitaba “provocando”, mientras que abajo en la calle aumentaba el descontento. La marcha estaba prevista para las 6 de la tarde, pero llegar fue complicado. Unos venían desde Plaza España y otros desde el Paseo del Prado;  la idea era confluir en todas las calles que daban acceso al edificio, pero todos se encontraron el paso cerrado a unos metros del Congreso.
Un joven con camiseta de bombero cuenta que se ha quedado sin trabajo; habla de que no le han dejado otra salida más que esta y pide la caída de todos los políticos… Un testimonio que se asemeja al de muchos otros. Algunos dan ejemplos de lo que creen que debería hacerse, “en Japón, abdicó un ministro tras prometer algo que luego no cumplió. Así debería ser aquí…” nos cuenta un joven estudiante. También podemos oír como los grupos que avanzan conversan compartiendo opiniones sobre el caso de Islandia o Alemania. En general, un rechazo a la política y a los políticos. Varias mujeres con unas camisetas verdes que ya hemos visto en otras manifestaciones por la educación, nos dan panfletos que recogen todas las promesas hechas por el PP antes de las elecciones y todo lo incumplido tras éstas. Mientras esta masa avanza sin intención de parar hasta llegar a su destino, transeúntes con bolsas de compras se cruzan sin inmutarse. Jóvenes esperan haciendo cola junto a la FNAC para adquirir las entradas de algún concierto y un hombre de mediana edad les grita: “O protestáis un poco, o vais de culo”…
En la Puerta del Sol nos encontramos con la primera calle cortada; seguimos hacia arriba para dar un rodeo y giramos a la derecha hacia el Congreso, pero no, por aquí también está cortado el paso. Ocurre lo mismo con las dos calles siguientes. Un gran dispositivo policial se había extendido ya por todos los accesos posibles. Nos unimos a un grupo de gente con pancartas que avanzan por lo que puede ser una brecha, pero al llegar a la Plaza de Canalejas volvemos a toparnos con un cordón policial. La gente les grita: “¡Policía, únete!”, ante lo que algunos miembros del cordón sonríen disimuladamente.
Todo parecía tranquilo en esta zona pero, a pesar de que desde un principio se prohibieron las ‘expresiones violentas’, la presión policial y el descontento hicieron que la gente no tardase mucho en estallar.  Hacia las siete de la tarde, en Neptuno, se produce la primera carga seguida de otras tantas. Los medios hablan de unos 1400 policías, muchos más eran los manifestantes. En círculos pequeños se producían enfrentamientos y se repartían golpes, pero la mayoría de la gente que había alrededor seguía sin moverse. Tras unas horas más  de disparos con bolas de goma, botellazos y pedradas, la gente se comenzó a disgregar, y muchos fueron guiados hasta la Estación de Atocha, donde tuvieron lugar más detenciones y enfrentamientos.
Algunos estudiantes y personas mayores no tenían intención de acudir a la marcha, decían que por miedo a que les ocurriese algo. A pesar de haberse convocado como una marcha pacífica, el enorme despliegue policial ya dejaba claro desde el día anterior que se esperaba ver algo más que un paseo.  Las redes sociales se  hicieron eco de lo que iba sucediendo durante toda la tarde, y continúan difundiendo vídeos e imágenes. Cientos de opiniones por minuto con la etiqueta #25-S, como la de Miguel Ángel Medina  que decía: “Cuando una democracia tiene tanto miedo de sus ciudadanos es que algo no está haciendo bien”. Otros recordaban los vestigios del 15-M, un movimiento que caló bien en la mente de muchos, convirtiéndolos en ‘indignados’. Algo breve pero más intenso ocurrió antes las puertas del Congreso de los Diputados.
Hacia la madrugada se disiparon los restos que quedaban de la manifestación. A pesar de que no consiguieron rodear el Congreso del todo, se acercaron bastante. Los primeros días de otoño y frío han traído de vuelta ese sentimiento de indignación que parecía haberse relajado durante el verano. Pese a los heridos y a la falta aparente de consecuencias políticas de la manifestación, para muchos ha quedado claro que la ciudadanía no tiene intención de rendirse a la primera.


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