Lo
que comenzó como una marcha pacífica de
indignados que pretendían rodear el Congreso de los Diputados, acabó
convirtiéndose en una auténtica batalla entre policías y manifestantes
La
marcha 'Rodea el Congreso. Rescata la Democracia' avanzaba con
decisión desde Plaza de España, presidida por una gran pancarta: ‘Que se vayan
todos’. En su seno ondeaban varias banderas de
la república junto a algunas pancartas con lemas como: ‘NO’, ‘Basta ya’, ‘Rescatar
la democracia’ o ‘La constitución a muerto’, etc. Junto a jóvenes con rastras y
dilataciones en las orejas se ven a familias con sus hijos y mayores, todos con
la misma cara de indignación, caminando juntos e iluminados por cientos de
flashes.
Al
llegar al edificio del PSOE, en Gran Vía, los gritos se intensificaron. La
gente levantó la cabeza hacia arriba: alguien ha sacado una bandera de España
por una de las ventanas y la agitaba “provocando”, mientras que abajo en la
calle aumentaba el descontento. La marcha estaba prevista para las 6 de la
tarde, pero llegar fue complicado. Unos venían desde Plaza España y otros desde
el Paseo del Prado; la idea era confluir
en todas las calles que daban acceso al edificio, pero todos se encontraron el
paso cerrado a unos metros del Congreso.
Un
joven con camiseta de bombero cuenta que se ha quedado sin trabajo; habla de
que no le han dejado otra salida más que esta y pide la caída de todos los
políticos… Un testimonio que se asemeja al de muchos otros. Algunos dan
ejemplos de lo que creen que debería hacerse, “en Japón, abdicó un ministro tras prometer algo que luego no cumplió.
Así debería ser aquí…” nos cuenta un joven estudiante. También podemos oír
como los grupos que avanzan conversan compartiendo opiniones sobre el caso de
Islandia o Alemania. En general, un rechazo a la política y a los políticos.
Varias mujeres con unas camisetas verdes que ya hemos visto en otras
manifestaciones por la educación, nos dan panfletos que recogen todas las
promesas hechas por el PP antes de las elecciones y todo lo incumplido tras
éstas. Mientras esta masa avanza sin intención de parar hasta llegar a su
destino, transeúntes con bolsas de compras se cruzan sin inmutarse. Jóvenes
esperan haciendo cola junto a la FNAC para adquirir las entradas de algún
concierto y un hombre de mediana edad les grita: “O protestáis un poco, o vais de culo”…
En
la Puerta del Sol nos encontramos con la primera calle cortada; seguimos hacia
arriba para dar un rodeo y giramos a la derecha hacia el Congreso, pero no, por
aquí también está cortado el paso. Ocurre lo mismo con las dos calles
siguientes. Un gran dispositivo policial se había extendido ya por todos los
accesos posibles. Nos unimos a un grupo de gente con pancartas que avanzan por
lo que puede ser una brecha, pero al llegar a la Plaza de Canalejas volvemos a
toparnos con un cordón policial. La gente les grita: “¡Policía, únete!”, ante lo que algunos miembros del cordón sonríen
disimuladamente.
Todo
parecía tranquilo en esta zona pero, a pesar de que desde un principio se
prohibieron las ‘expresiones violentas’, la presión policial y el descontento
hicieron que la gente no tardase mucho en estallar. Hacia las siete de la tarde, en Neptuno, se
produce la primera carga seguida de otras tantas. Los medios hablan de unos
1400 policías, muchos más eran los manifestantes. En círculos pequeños se
producían enfrentamientos y se repartían golpes, pero la mayoría de la gente
que había alrededor seguía sin moverse. Tras unas horas más de disparos con bolas de goma, botellazos y
pedradas, la gente se comenzó a disgregar, y muchos fueron guiados hasta la
Estación de Atocha, donde tuvieron lugar más detenciones y enfrentamientos.
Algunos
estudiantes y personas mayores no tenían intención de acudir a la marcha,
decían que por miedo a que les ocurriese algo. A pesar de haberse convocado
como una marcha pacífica, el enorme despliegue policial ya dejaba claro desde
el día anterior que se esperaba ver algo más que un paseo. Las redes sociales se hicieron eco de lo que iba sucediendo durante
toda la tarde, y continúan difundiendo vídeos e imágenes. Cientos de opiniones
por minuto con la etiqueta #25-S, como la de Miguel Ángel Medina que decía: “Cuando una democracia tiene tanto miedo de sus ciudadanos es que algo
no está haciendo bien”. Otros recordaban los vestigios del 15-M, un
movimiento que caló bien en la mente de muchos, convirtiéndolos en
‘indignados’. Algo breve pero más intenso ocurrió antes las puertas del
Congreso de los Diputados.
Hacia
la madrugada se disiparon los restos que quedaban de la manifestación. A pesar
de que no consiguieron rodear el Congreso del todo, se acercaron bastante. Los
primeros días de otoño y frío han traído de vuelta ese sentimiento de
indignación que parecía haberse relajado durante el verano. Pese a los heridos
y a la falta aparente de consecuencias políticas de la manifestación, para
muchos ha quedado claro que la ciudadanía no tiene intención de rendirse a la
primera.
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