lunes, 3 de enero de 2011

Un día perdido

Comienza una nueva jornada, hace frío, llueve y hoy no hay trabajo. En la provincia de Jaén se inicia la campaña de recogida de aceituna y las calles se llenan de temporeros extranjeros que buscan ser contratados y cualquier techo para resguardarse de los menos de 2º C que trae la noche. Úbeda es uno de los lugares más concurridos. Estaciones, cajeros, pasajes y portales, se convierten en dormitorios de cartón improvisados hasta que, si las condiciones climáticas lo permiten, se inicia el duro trabajo. Pero hoy no hay trabajo.

Estación de Autobuses de Úbeda
Alrededor de 260 hombres han llegado desde Barcelona, Lérida, Marruecos, Sudáfrica y el resto de Andalucía en busca de una oportunidad que muy pocos encuentran. Las estaciones, llenas de bultos, atillos, bolsas de ayuda, mantas y cartones, se convierten en el lugar preferido para guarecerse. Otros prefieren los cafés, en los que una consumición interminable les permite estar secos y calientes, lejos del bullicio. O los cajeros y pasajes, más apartados aún de los ojos de la gente.
A las 1 de la tarde comienza a abrirse uno de los albergues que Servicios Sociales ha dispuesto para cubrir las necesidades básicas de estos viajeros. Al menos 60 personas tendrán comida caliente durante los tres días que se permiten de estancia. Después las plazas se renuevan y se las tienen que apañar con un bocadillo  que reciben, hasta que albergues y otras instalaciones abren las puertas para suministrar algo para cenar. Y por la tarde, continúan su día perdido en las calles.
Empieza a caer la tarde y ya tienen la ropa empapada.  Si es lunes, miércoles, viernes o domingo hay “suerte”, y el dispositivo de emergencia de la Asamblea Local de Cruz Roja realiza un seguimiento de los asentamientos proporcionando calzado, ropa de abrigo, comida y artículos de higiene. A veces, voluntarios de diferentes grupos eclesiásticos reparten vasos de leche caliente que hacen menos gris una larga tarde. A las 6 ya es completamente de noche. El comedor del albergue se abre y unos pocos encuentran hueco.
Alrededor de las 9 quienes siguen en la calle pueden acudir al albergue de Cruz Roja o al Polideportivo municipal, con mayor capacidad. Será su última oportunidad para recibir zumo, galletas y leche. Además se despliega otro dispositivo de emergencia, coordinado entre la Asamblea y el Ayuntamiento de Úbeda, para informar a los que quedan bajo la lluvia de la disponibilidad de estos lugares. Algunos prefieren seguir con el grupo en su asentamiento. Puede ser porque se niegan a aceptar esta ‘ayuda bajo vigilancia’ o porque no quieren compartir dormitorio con otros grupos con los que surgen bastantes disputas, como es el caso de algunos marroquíes y sudafricanos. 
En el punto de información para inmigrantes les dicen que este año no hay trabajo ni para la mitad. Les reparten billetes de autobús de corto recorrido para que no pierdan las esperanzas y sigan buscando. Además, los propietarios agrícolas no se fían del todo de la validez de los papeles que les permiten ser contratados, este año hay más inspecciones y prefieren no arriesgarse demasiado. En las oficinas del Servicio Público de Empleo se interrumpen prestaciones por desempleo, pero se vuelven a reanudar al poco tiempo. Muchos preguntan por las ayudas estatales u otras alternativas que les permitan pasar una navidad mejor. 
El Polideportivo permanecerá abierto quince días, la acogida en albergues y reparto de víveres durarán dos meses. ¿Y después? Después habrá más de cien personas sin un lugar al que ir. Sonarán más timbres en las casas y habrá más gente que necesite que le echen una mano. Su ropa no se secará por la noche. Posiblemente si se quedan, requerirán asistencia muchos más. 
En las calles, mientras que en ellos crece el hambre en otros lo hace el miedo y el rechazo.  Al final, la única salida que queda es marcharse con resignación a buscar la suerte que no han encontrado aquí, para no regresar a casa con los bolsillos vacíos de dinero y llenos de desesperación.