Deporte y ciencia se unen para
batir nuevos records contra los elementos del planeta. Esta vez fue el
paracaidista austriaco Felix Baumgartner
que con 43 años se puso el desafío de superar
la velocidad del sonido saltando desde la estratosfera, a más de 36.000
metros del suelo.
Pero el camino para lograrlo no
fue fácil. Además de la preparación física y mental se requería la intervención
de ciencia y tecnología, para crear instrumentos lo suficientemente resistentes
como para soportar la velocidad, las bajísimas temperaturas, el viento y otras
circunstancias imprevisibles que pusiesen en riesgo la vida del paracaidista.
El equipo de Red-Bull Stratos,
patrocinador y organizador de lo que ha sido, no solo un experimento para la
ciencia, sino también un espectáculo mediático, se trasladó a Roswell (México) en el mes de julio
para ir preparando el gran salto.
El evento sufrió hasta dos
retrasos debidos a rachas de viento que amenazaban el éxito del salto de
Baumgartner. Eran cerca de las cinco y media de la tarde cuando por fin las
condiciones meteorológicas permitieron lazar el globo que portaba la cápsula,
en la que iba el paracaidista, y que debía elevarse unas tres horas para
alcanzar la altura apropiada. A los 7.600
metros de
altura el oxigeno se vuelve insuficiente para respirar, por lo que las
características del equipamiento se habían diseñado meticulosamente: la
cápsula, el traje, los paracaídas y el globo, aunque este último era lo más
estándar.
El globo fue construido con un plástico tremendamente fino, con un diseño
estándar que se había ido mejorando para estudios científicos en los últimos
sesenta años. Media casi 200
metros sin hinchar, por lo que en el momento de lanzarlo
los miembros del equipo tenían que ser
estrictamente cuidadosos con el viento, ya que podría romperlo, y si se
hinchaba demasiado, podía explotar. El globo alcanzó la altura de 36.000 metros y
siguió subiendo hasta los 39.000 metros
para luego descender y despresurizarse poco a poco, mientras Félix se preparaba
para el salto. La cápsula tenía 2 metros de diámetro y
había sido probada en sistemas de vacío.
Félix tenía que soportar una presión
muy baja, inferior a la equivalente a 12.000m., y así evitar que los gases de
su cuerpo se expandiesen y sufriese problemas de descompresión. Por ello estuvo
respirando oxígeno puro desde dos horas antes del despegue, para eliminar estos
gases en la medida de lo posible. A las 20:07h.
Félix dio el salto y tras un momento tenso para todos los espectadores y
miembros del equipo, consiguió colocarse en la posición adecuada para descender: de cabeza.
El casco y el traje eran los dos elementos más innovadores y los que
más atención requerían. El traje estaba presurizado y contaba con suministro de
oxígeno, un sistema de control de la presión, auriculares y micrófono, sensores
de velocidad y orientación GPS, paracaídas principal y paracaídas de
emergencia, altímetro, droga estabilizadora y una cámara HD en cada pierna. Era
imprescindible que Félix pudiese mantener el control de su cuerpo, por lo que
el traje y el casco se desarrollaron partiendo de los equipamientos que usan
los pilotos de aviones de reconocimiento de gran altura, pero con las
modificaciones necesarias para que el paracaidista pudiese gozar de la
visibilidad y flexibilidad.
Durante el primer minuto, a una
velocidad de caída de más de 1.000 kilómetros por hora, el paracaidista
perdió el control, pero gracias al entrenamiento fue capaz de volver a la
posición. La barrera del sonido está en unos 1.224 kilómetros
por hora en condiciones normales a la altura del mar, pero es menor a medida
que aumenta la altitud. A la altura a la que descendió Baumgartner, el sonido viajaba
a unos 1.100
kilómetros por hora. El austriaco la superó alcanzando los 1.173 kilómetros
por hora en los primeros 40 segundos de caída libre.
En el caso de haber perdido el
conocimiento, o no haber podido abrir a tiempo el paracaídas, el traje iba
preparado hasta en el más mínimo detalle. En total llevaba tres paracaídas, el principal que tenía 25 metros cuadrados ,
el de reserva por si el primero fallaba, y otro de guía por si en caso de
perder el control no podía activar ninguno de los dos. Por fin, tras 5 minutos
y 35 segundos de caída, a las 20:19
horas, Félix volvió a pisar tierra.
El salto de Baumgartner ha tenido
ciertas significaciones en lo que a ciencia y tecnología se refiere. Se han
obtenido nuevos datos sobre la resistencia del cuerpo humano en condiciones
límite y sobre la resistencia de las tecnologías. Datos que servirán para
aumentar la seguridad en algunos trajes espaciales, aunque no serán aplicables
en muchos casos, ya que las misiones de la NASA , por ejemplo, superan en 8 ó 10 veces la
distancia a la que saltó el paracaidista. Otra de las observaciones susceptible
de analizar y aplicar a otros experimentos o misiones es el comportamiento de
Félix, que consiguió evitar el efecto ‘barrena’ que causa la pérdida de
consciencia y podría haber dado lugar a una hemorragia cerebral.
Así mismo, el traje ha supuesto
un nuevo desafío para la tecnología científica ya
que se tuvo que desarrollar con materiales que fuesen capaces de soportar 70ºC bajo cero, una
temperatura similar a la de Marte. Y por último y especialmente, el importante
hecho de que un hombre haya sido capaz de sobrevivir al atravesar la barrera
del sonido, algo que nunca antes se había hecho. Ahora los científicos analizan
el momento en el que pasó esta barrera para poder averiguar el momento exacto
en el que tuvo lugar la explosión sónica, una onda que Félix asegura que ni
siquiera percibió.
Lo que sí que ha conseguido este
desafío, al margen de las contribuciones científicas para proyectos futuros, es
que Félix Baumgartner pase a la historia batiendo un total de 3 records: el vuelo más alto en globo
tripulado, la caída libre desde mayor altura (36.000m. aprox.) y el de alcanzar
y superar la velocidad supersónica en caída libre (1.110 Km/hora). Además de
ser, sin lugar a dudas, una de las mayores operaciones de marketing de la
historia por parte de Red Bull, presenciada y retransmitida en unas 150 cadenas
de televisión de todo el mundo.
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