Las arenas bituminosas de Alberta (Canadá) son casi del tamaño de las de Arabia
Saudita pero el triple de dañinas para el medioambiente y para el cambio
climático. Estas reservas de petróleo tóxico han permanecido hasta ahora
prácticamente sin explotar, por lo controvertido que ello resultaría para el
entorno; pero la firma de un nuevo tratado comercial entre China y Canadá
podría poner en jaque a las normas ambientales y de salud pública.
Este
nuevo tratado comercial (FIPA) firmado con compañías chinas
compromete a toda la comunidad internacional. Las reservas de petróleo de Canadá son
las terceras más grandes a nivel mundial, después de Arabia
Saudita y Venezuela. El problema es que el país no puede sacar partido a
sus fuentes de energía debido a que el crudo se encuentra en las llamadas tar
sands o arenas de alquitrán, es pesado y viscoso y su extracción
resulta muy costosa, a la vez que supondría una amenaza medioambiental.
Por ello la mayoría de la riqueza de los yacimientos de Athabasca, al norte del
país, aún no se ha extraído.
Tras
tres meses de deliberaciones, el Primer Ministro canadiense, Stephen
Harper, ha aprobado el acuerdo de venta. CNOOC (China National
Offshore Oil Corp), una de las tres compañías de petróleo y gas chinas más
importantes, anunció la compra de acciones en Nexen por 15.100
millones de dólares y la compra de OPTI Canadá Inc. por 2.100
millones de dólares. Esta última es una de las empresas que produce petróleo
proveniente de las arenas bituminosas. Lo que a simple vista parece ser una
simple transacción podría ser una táctica para obtener independencia con
respecto a algunas normas.
La
presión ciudadana ya bloqueó otras veces la construcción de nuevos oleoductos
en la zona, pero esta vez el gobierno ha encontrado una brecha con la que
podría saltarse las leyes. El acuerdo firmando entre China y Canadá permitiría
que las compañías chinas se apropiasen del terreno para explotarlo y en el caso
de que el Gobierno canadiense “quisiera” impedirlo atendiendo a las normas
medioambientales y de salud, China podría demandarlo.
PAÍSES
|
RESERVAS DE CRUDO
(Fuente BP)
|
Arabia Saudí
|
264 mil millones de barriles
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Venezuela
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211 mil millones de barriles
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Canadá
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32 mil millones de
barriles (Convencional)
|
Canadá
|
143 mil millones en
arenas bituminosas
|
Irán
|
137 mil millones de barriles
|
Irak
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115 mil millones de barriles
|
Kuwait
|
101 mil millones de barriles
|
EAU
|
97 mil millones de barriles
|
Rusia
|
77 mil millones de barriles
|
Libia
|
46 mil millones de barriles
|
La
extracción del crudo es uno de los principales ingresos del país, con unos 175.000 millones de barriles. Para
producir un solo barril es necesario extraer una tonelada de arena bituminosa y
utilizar tres barriles de agua para
formar uno de crudo. En la explotación de estos yacimientos se requeriría
minería a cielo abierto y enormes cantidades de agua, energía y sustancias
químicas para separar el crudo de la arena. Según un estudio de la Universidad de Alberta (Canadá)
publicado en la revista Proceedings of the National Academy of
Sciences, esto contaminaría
gravantemente el agua de los ríos de los alrededores con níquel, mercurio,
plomo y zinc, lo que pondría en riesgo no solo la vida acuática. Además, el
mismo estudio ha señalado que un barril
de bituminosa genera tres veces más dióxido de carbono que un barril
convencional de petróleo.
Por el contrario, el Programa Regional de Control Acuático de Canadá señala que los
niveles de contaminación son producidos de manera natural por las formaciones
geológicas de la zona, independientemente de las actividades de explotación de
petróleo. Pero la Universidad de Alberta objeta que este estudio presenta
muchos defectos y no hace referencias al origen de la contaminación.
No
es la primera vez que el conservador Stephen
Harper, conectando con intereses petroleros, toma decisiones que afectan negativamente
al cambio climático. Ya en 2011 abandonaron el Protocolo de Kioto y anunciaron
su interés en acelerar la explotación de las arenas bituminosas. Joe Oliver, Ministro de Recursos Naturales
de Canadá aseguró que no tenían elección: “Pueden elegir apagar las luces y congelarse en la oscuridad. La
alternativa es hacer lo que todo el mundo está haciendo, usar la energía
disponible”. Parece ser que las energías alternativas no son una opción
para el Gobierno canadiense, como tampoco lo es la conservación y salud de su
propio territorio.
En
los dos últimos años la tensión entre China y EEUU ha crecido debido a las
grandes adquisiciones asiáticas. China consume alrededor de 10 millones de
barriles de petróleo al día y se prevé que aumente la demanda para 2020. El
acuerdo con Canadá necesita el visto bueno de EEUU y la Unión Europea para “aprobarse”
pero a pesar de las negativas y los intentos por impedirlo, por ahora no se han
podido imponer las barreras necesarias para frenar los acuerdos. Expertos,
activistas medioambientales, ciudadanos y diferentes organizaciones y países se
han unido para luchar contra este acuerdo e impedir que se construyan los
oleoductos.
Según
la organización Avaaz, “las emisiones de este sucio petróleo son
hasta un 35% mayores que las de la extracción de crudo convencional y el solo
proceso de extraerlo contamina tres veces más”.
Tanto
en Estados Unidos como en la Unión Europea existe una creciente oposición a la
importación de crudo de arenas bituminosas. Según Anne Korin, asesora del Consejo
de la Seguridad Energética de EEUU, “hay
que orientar el mercado de autos hacia los combustibles alternativos, por
ejemplo los fabricados con alcohol, como están haciendo otros países”. En
la electricidad ya se ha conseguido reducir la utilización del petróleo, pero
la mayoría del transporte funciona con éste o con derivados.
Con
los propósitos medioambientales para 2020 del Protocolo de Kioto, la Unión Europea
obligará a reducir en un 6% la
presencia del carbono en combustibles para transporte. Según Charlie Kronick de Greenpeace, estas nuevas normas “equivaldrían a una prohibición de importar crudo de arenas bituminosas
para la Unión Europea”.
Si
se acabara logrando un acuerdo internacional sobre el coste de las emisiones de
carbono, la extracción del petróleo de las arenas bituminosas podría dejar de
ser una inversión rentable ya que, aparte del alto coste de extracción, habría
que pagar un precio mayor por consumir o comerciar con ese tipo de crudo. Pero mientras
el negocio del petróleo siga siendo tan fructífero parece que poco puede
hacerse por el medioambiente, y más si los países que “prometen” protegerlo
tienen intereses comerciales con las mismas compañías que lo amenazan. Por el
momento, Canadá va a aprovecharse de la oferta y la demanda para poder sacar el
mayor partido a sus yacimientos, sin preocuparse demasiado por el coste que
ello suponga para su flora, su fauna y más importante aún, para la salud de su
propia población.
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