Los diarios pierden difusión poco a poco. Los medios sufrieron en 2008 el peor año, registrando numerosas pérdidas, cierres y despidos.
Unidad Editorial cerró 2008 con unas deudas de 11,8 millones de euros, pero no solo los medios de pago pasan por un periodo de crisis, la prensa gratuita comienza a experimentar una reducción, ADN cerró su versión digital para asegurar el negocio del papel.
Culpan de la crisis a los políticos y a la falta de regulación, pero el verdadero problema está en que el papel del periodismo en el espacio público es cada vez menos relevante. Con la digitalización ha disminuido la importancia social y política que se asignaba a los medios, estos se han multiplicado hasta la saturación informativa, la sobreabundancia y redundancia. Esta saturación ha afectado a las principales fuentes de ingresos, como la publicidad, reduciendo el valor de la prensa y a la cantidad que tanto anunciantes como público, están dispuestos a pagar por ella.
La poca innovación y el inmovilismo en las empresas de comunicación no hacen que la situación mejore. El informe de la Federación Internacional de Periodistas advierte de la involución en la que se encuentra el mercado laboral de los medios.
Los primeros efectos de la crisis de la prensa escrita son los ajustes de plantillas: más de 2000 despidos de periodistas, un cambio en la estructura de la información y el mercado, compensando el negocio tradicional con la facturación digital. Las asociaciones de periodistas demandan ayudas al Gobierno, la aprobación del Estatuto del Periodista, reclaman a los editores, sindicatos y universidades; nadie culpa a los periodistas.
El asalto y el control político nunca han supuesto una ventaja, ni de los medios públicos ni de los privados. Según el Informe de la Profesión Periodística de 2007, la precariedad y el poco respeto que los periodistas tienen al trabajo de otros son los principales males. En el Manifiesto de la APM piden la colaboración de estos profesionales defendiendo las normas y las condiciones laborales.
Culpan de la crisis a los políticos y a la falta de regulación, pero el verdadero problema está en que el papel del periodismo en el espacio público es cada vez menos relevante. Con la digitalización ha disminuido la importancia social y política que se asignaba a los medios, estos se han multiplicado hasta la saturación informativa, la sobreabundancia y redundancia. Esta saturación ha afectado a las principales fuentes de ingresos, como la publicidad, reduciendo el valor de la prensa y a la cantidad que tanto anunciantes como público, están dispuestos a pagar por ella.
La poca innovación y el inmovilismo en las empresas de comunicación no hacen que la situación mejore. El informe de la Federación Internacional de Periodistas advierte de la involución en la que se encuentra el mercado laboral de los medios.
Los primeros efectos de la crisis de la prensa escrita son los ajustes de plantillas: más de 2000 despidos de periodistas, un cambio en la estructura de la información y el mercado, compensando el negocio tradicional con la facturación digital. Las asociaciones de periodistas demandan ayudas al Gobierno, la aprobación del Estatuto del Periodista, reclaman a los editores, sindicatos y universidades; nadie culpa a los periodistas.
El asalto y el control político nunca han supuesto una ventaja, ni de los medios públicos ni de los privados. Según el Informe de la Profesión Periodística de 2007, la precariedad y el poco respeto que los periodistas tienen al trabajo de otros son los principales males. En el Manifiesto de la APM piden la colaboración de estos profesionales defendiendo las normas y las condiciones laborales.
En número de matriculados en Ciencias de la Información se ha duplicado en poco tiempo. No solo eso, el periodismo se ha convertido en una especie de red social, una red que todos podemos ser. En el X Congreso del Periodismo Digital se habla del periodista como empresa, que trabaja por cuenta propia, capaz de extender lazos a una esfera más amplia e interactiva, con más participación, aprovechando la inteligencia colectiva.
La ventaja es que no se excluye a nadie, desaparecen las barreras ante un público que deja de ser público para volverse “autor” de la “información”. El problema cuando hay abundancia es la falta de atención.
La Asociación de la Prensa de Cádiz realizó una campaña con el lema “Por un trabajo digno en los medios de comunicación”, con el apoyo de UGT y CCOO. Denuncian la precariedad laboral a la que están sometidos en el sector periodístico, han crecido los medios pero ha disminuido la calidad, la mayor amenaza a la libertad de expresión. Contra esta situación 350 personas de movilizaron en Cádiz el 10 de noviembre de 2008.
Es necesario el diseño de un nuevo negocio que aproveche las multiplataformas y el acceso masivo a los contenidos, que se fragmentan para satisfacer a un público variado y cada vez más exigente. Pero esta nueva adaptación no implica la disminución de la calidad, el desarrollo conlleva una función más crítica y autocrítica por parte de los medios, menos redundancia y más libertad.
La libertad y el buen periodismo son sinónimos, pero a la profesión le preocupa más la precariedad, el paro y los bajos salarios, que la reputación social y la credibilidad, afectada por el conformismo, la tentación por el espectáculo y la presión de las fuentes.
Cuando la publicidad y los índices de lectores caen, se prescinde del personal, empezando por los que más dinero cuestan a la empresa, los que más saben. El modelo de negocio está anticuado y limitado, no puede pretenderse vender un producto homogéneo, cuando el resto de tecnologías permiten a los individuos elegir gratuitamente. Ya no es rentable cobrar por las noticias, o al menos no por las mismas que podemos hallar en la red: “La información para todos es información para nadie”.
Surgen nuevos periodistas, el mojo (Mobile journalist), multiplataforma, el data delivery editor, especialista en bases de datos, y el coordinador de redes sociales, que aprovechan los nuevos métodos de comunicación y el poder de pensar en imágenes.
Los medios digitales, blogs, y multitud de Webs restan clientes a la prensa escrita. El problema no es que ésta vaya a desaparecer, sino que sus ingresos disminuyen a un ritmo acelerado, lo cual hace que el sector deje de ser rentable. Si los ingresos disminuyen, los gastos crecen, es necesario recortar y aumentan los despidos. Y mientras se reducen las empresas de prensa impresa Internet acoge a más personas, más “información”, redundancia, menos profesionalidad y calidad. Pero al fin y al cabo, más contenido y desarrollo innovador, que sigue atacando al papel.
La adaptación, transformarse para sobrevivir. La calidad sigue siendo motor del buen periodismo, pero no se desarrolla en el modelo de negocio adecuado. Es difícil concebir la desaparición de los medios impresos, pero no se trata de calidad lo que mueve a la sociedad, sino de rentabilidad y consumo. Si los gastos superan a los beneficios, los medios de comunicación, al igual que cualquier empresa, cierran.